Hablar de la circunstancias que han llevado a esta situación, para
esta redacción, está de más.
Reflexionar sobre las responsabilidades políticas que han llevado a esto, también.
Aunque en algunos casos quizás se termine hablando de
eso, pero será por virtud de las propuestas vistas.
Si es que se da el caso.
El presente espacio es para intentar digerir de forma
reflexiva las propuestas que colegas y amigos han sacado adelante en los
soportes interactivos virtuales en vivo. Los caminos elegidos, las intuiciones
aplicadas y, por qué no decirlo también, los lenguajes heredados de ese
fenómeno en vivo que se mantiene en estado latente y lejano que es el teatro.
Porque de las compañías, directores, autores e intérpretes
se pueden sacar comparaciones de lo que eran sus lenguajes estéticos anteriores
a la pandemia en relación a lo que han elaborado para presentar al público en
estos formatos, en estos días.
Y tan importante como eso, también influye la producción
que acompaña a esas propuestas. De eso también es interesante comentar en estas
líneas.
HACHA (Esto no es
una obra de teatro)
Teatro La Peste.
Propuesta aplicada desde dos de los pilares principales
de la compañía. Danilo Llanos en la dirección y Katty López en la actuación
llevan adelante una extracto adaptado del texto “Casa de Muñecas” de Henrick
Ibsen, autor con el que la compañía ya ha tenido experiencia en montajes
previos. Importante señalar que La Peste cuenta con un grupo creativo
profesional más extenso pero que por motivos de los cuidados por el COVID 19 no
participan en la transmisión ni la propuesta del trabajo.
Teatro La Peste es una compañía de regional instalada en
Valparaíso con una base de creadores formados en la antigua Escuela de Teatro
La Matriz, con una filosofía relacionada a la resistencia social, la búsqueda
de lenguajes estéticos y el constante cuestionamiento al sistema socio político
impuesto desde la dictadura. Es decir, un grupo contestatario que juega en la balanza
de llegar a un público popular no instruido con montajes que se alimentan de
referencias autorales contemporáneas. Llanos configura la puesta en escena
mientras el elenco provee del material imaginario que sustenta las obras.
Hablar de teatro regional en Chile, es hablar de la
creación desde la precariedad. Y lo precario de la compañía de Valparaíso se
evidencia no en su propuesta estética, sino en lo que se puede llamar el
soporte técnico de la transmisión misma. Haciendo uso de lo que tienen a mano
en su propia casa, López y Llanos recrean un espacio identificable en su propio
living, ampliando la captación visual a un setting de programa piloto
televisivo donde un póster con un avión pintado y una estación de plantas en
segundo plano serán destacados en puntos particulares de la presentación. López
le habla a un otro, jugando con planos americanos, medios y close up. El texto
brilla sin perderse teniendo una cita referencial a la situación que rodea a
los intérpretes y al público que participa de la transmisión, y desarrollando el punto final del conflicto
de la obra del dramaturgo noruego que tuvo un gran impacto social a fines del
siglo XIX y que en nuestros tiempos tiene una re-lectura igual de potente
respecto al rol de la mujer en el mundo.
Ciertamente, el trabajo de La Peste pone sus fichas en un
texto sólido, en una actuación muy arriesgada donde López mantiene ritmo y
emoción frente a la fría cámara del teléfono y en una propuesta de subjetivo
cinematográfico muy destacable en relación a otros trabajos que se comentarán
más adelante.
Es aquí donde el comentario respecto a lo precario se
relaciona con el medio, no con la creación. La prueba de sonido, la recepción
del director, los saludos y el dar inicio de la muestra similar a ser
partícipes de un ejercicio íntimo en una sala de una escuela de teatro da algo
de crudeza a la experiencia. En su momento no fue un detalle que tuviera mayor
importancia, pero con las metodologías aplicadas en los trabajos posteriores
se convirtió en un antecedente importante para ese lenguaje nuevo y desconocido
que es el teatro por streaming.
“Mentes Salvajes”
Producción GAM
Con una amplia difusión previa y un elenco destacado que
interese a un público de teatro y a un porcentaje que no lo sea, la obra
dirigida por Víctor Carrasco irrumpe en las RRSS como una apuesta a gran escala
en lo que es el nuevo lenguaje desconocido del teatro por streaming.
Con Paulina Urrutia, Natalia Valdebenito, Francisca
Gavilán, Gabriel Cañas y Héctor Noguera.
Víctor Carrasco es un director de dilatada trayectoria
teatral, con montajes en donde la palabra y la sobriedad del uso estético
espacial se desarrollaban con actores sólidos, textos poéticos y montajes que
desafiaban a un público ya habituado en los noventa a las películas de acción y
a la oferta del cable con sitcoms humorísticos. Y en el caso de “Mentes
Salvajes”, esa línea se mantiene en todo sentido.
El texto de Marcus Lindeen (Autor sueco con una gran
carrera como dramaturgo y cineasta) se presenta de forma coral con cinco
personajes que se reúnen a hablar de sus sueños, espacios obsesivos de la vida
de cada uno que surgen como lugares de cobijo y bienestar en pugna con sus
vidas cotidianas. Lejos de la anécdota, en este montaje es posible percibir con
mayor intensidad el sentido voyerista de estar con una cámara siendo testigo de
la interacción de los participantes. Y aquí es donde surge una letra de este
nuevo lenguaje, en contraposición con el ejemplo anterior con Teatro La Peste.
Siendo un diálogo en vivo y sin referencia a otro que lo escucha, el espectador
sentado y preparado en su propio espacio íntimo encerrado en la casa es
receptor de palabras que no son para él. Raro, pues, que cuando se está sentado
en la butaca de un teatro existe esa convención tácita inconsciente en que el
público ubicado en ese lugar está asumiendo un rol en ese triunvirato mágico
aristotélico que conlleva al actor, el espacio y al público. En cambio con
“Mentes Salvajes”, en donde la palabra juega entre pinponeos y soliloquios
evidentemente teatrales pero en un sentido hiperrealista y cotidiano, eso que
los naturalistas (Artistas de quienes se hablan en los cursos de formación y
que defendían el concepto de ver por el ojo de la cerradura) planteaban en sus
propuestas creativas se hace presente y provocan un reconocimiento casi de epifanía. El reconocimiento real de
estar mirando por el ojo de la cerradura.
Y lo relacionado con el soporte profesional de producción
también colabora con eso. Al iniciar la sesión, existe una imagen
introductoria, música de espera. Una voz anuncia el inicio de la ficción. Se
cierra con una encuesta. Todo pulcro. Todo ordenado. Todo configurado para el
disfrute de ese público que asiste al GAM o a las otras salas de la capital del
país. Es decir, el apoyo a la convención de comenzar un espacio a parte de la
vida cotidiana que se lleva en la casa se realiza desde lo sensorial antes y
después de la propuesta teatral.
De más está el hacer algún tipo de comentarios del
trabajo actoral. Un coro armado desde sus casas, que funcione en coordinación,
complicidad, ritmo, espontaneidad, respuestas y mantención de una arriesgada
apuesta donde no existe un conflicto dramatúrgico a solucionar es un logro que,
con cámara o en un escenario convencional, es mérito de todos los que
participen del juego.
Míster Shakespeare
Marco Antonio de
la Parra – Teatro Finis Terra.
No es necesario detenerse a explicar el interés por ver
una obra de Marco Antonio de la Parra. De la Parra no es solo un autor que ha
devenido en la actuación de sus últimos monólogos. Es una personalidad del
teatro que plantea continuas reflexiones y no tiene empacho en probar, equivocarse,
volver a probar y triunfar en los proyectos que saca adelante. Su mirada
apasionada de Shakespeare es contagiosa en cada cita que realiza en artículos y
entrevistas y en esta ocasión se convierte en un ingrediente sabroso para
probar en este nuevo lenguaje.
Míster Shakespeare, probable canon de “El Loco de
Cervantes”, se presenta como un texto que saca a relucir toda la capacidad creativa
del autor, en un juego de discurso y subtexto evidenciado en una lectura
dramatizada estancada en un plano fijo con el rostro del actor – autor jugando
en acentos extranjeros y con una fraccionada reflexión entre la realidad y el
mundo que rodea a este Shakespeare en el limbo.
Visualmente es el trabajo más precario de lo visto en
estas semanas, en donde la palabra se disfruta incluso a ojos cerrados, en un
ritmo vertiginoso donde las pausas se convierten en una sutil y elegante
herramienta expresiva. Es esta propuesta algo vaga en su soporte de
transmisión, ya que De la Parra está en un primer plano casi íntimo, sin
movimiento, leyendo, haciéndonos viajar con el discurso.
Y así, la experiencia se contrasta con el soporte que es
Teatro Finis Terra, que aplica una bienvenida y una guía posterior de una voz
en off que da inicio y cierre a la experiencia usando un tono extremadamente
pedagógico que más se acerca a una animación escolar que enfocada a un grupo de
público adulto. Esto no resulta para nada criticable, pero si resulta llamativo
en cuanto al soporte de los otros espacios de mediación presentes en los montajes
anteriores.
Incluyendo estas tres experiencias, se puede señalar que
la búsqueda creativa de los artistas se ha concentrado en planos absolutamente
diferentes. Eso las hace más poderosas y valorables entre sí.
En el caso de La Peste, cita a un autor del siglo XIX
dando una garantía argumentativa, procediendo en un espacio de escasos recursos
técnicos pero con una capacidad creativa muy seductora. Acusa la recepción del
público al otro lado de la pantalla. Juega en un mundo que interviene en el
cotidiano del que mira desde su casa.
La producción de GAM, además de contemplar un elenco que
hace ruido por su calidad actoral, aporta en una búsqueda elegante desde la
dirección sobre el encuentro y desarrollo de los personajes y del autor.
Provoca un fenómeno nuevo respecto a la contemplación de la historia y deambula
en ese límite peligroso pero atractivo de la vaga atención del receptor en su
casa. Un riesgo que Víctor Carrasco también asumía en sus montajes
convencionales. La mixtura de la actuación frente a cámara con la teatralidad
de los tiempos y emociones de los personajes plantean un desafío para esos
proyectos que se realizarán posteriormente por otras compañías.
De la Parra ofrece una lectura dramatizada con valores
agregados. Texto propio, cita de autores clásicos, reflexiones filosóficas que
invitan al cuestionamiento, al espejo propio y
con el humor como parte de los recursos de pelea. Todo lo potente de su
propuesta en la palabra y en su oficio como teatrista queda al debe con la
estética visual. Pero eso es por contraste con los trabajos anteriores que se
diferencian en riesgo del uso de planos y en la simultaneidad de un coro de
personajes realistas. El acento está en donde el autor – actor se maneja con
ojos cerrados.
En consecuencia, respecto a ese lenguaje que nadie
conoce, a ese diccionario nuevo que se está escribiendo que es el teatro en
vivo por streaming, es posible haber conocido un par de letras. Donde la A, al parecer, es el contar al otro
lado de la pantalla plana con un ser vivo que está con el riesgo presente, con
la vertiginosa sensación mutua junto el receptor de que algo pueda ocurrir que
no permita que la presentación finalice como estaba planeada.
Habrá que seguir buscando los códigos que armen este nuevo
diccionario de las artes (quizás no) escénicas.