La emergencia sanitaria ha extremado con fuerza la diferencia económica y de valorización social que la actividad artística tiene en el país. El anuncio de los conflictivos quince mil millones de pesos desde el MINCAP fue una buena noticia en lo mediático pero sembró dudas en el gremio de artistas. Y con razón.
Desde la llegada a la democracia y en sus constantes intentos por darle forma a una estructura administrativa central, la fórmula mantenida en el tiempo es la distribución de los pocos recursos económicos para cultura (0.4% del presupuesto nacional contra el 2.2% que entrega al PIB) a través de concursos de proyectos a fondos de creación (FONDART) siendo estos los únicos ingresos que van directamente al bolsillo de los artistas por hacer su trabajo.
Se esperaba que en un caso de emergencia como éste la
forma de distribución fuera diferente. Pero no.
Pero esa opción comercial no es suficiente.
Debe generarse otra forma de distribuir esos famosos miles de millones de pesos para que no beneficien a un grupo elitista y centralizado. Urgen nuevas estrategias desde la administración nacional con un trabajo interministerial como el que los mismos artistas han recomendado. Esa metodología de administración y recursos cruzados se podría haber generado hace semanas atrás, con una plataforma de entrega económica que ayudara a los artistas precarizados, amparada en los catastros y encuestas realizadas. Pero esa moción planteada en el congreso y en RRSS no fue escuchada.
Ejemplo son los límites para los funcionarios de la SEREMI de la región. Ellos salvaron recursos que pudieron perderse para la zona pero, al no contar con el marco legal necesario para realizar una ayuda directa, tuvieron que aplicar el mismo sistema de concursabilidad que lamentablemente los tiene en el ojo de la crítica de los artistas regionales.
No proteger a los artistas que ponen en valor la cultura de su territorio, solo da como resultado una sociedad inocua y desechable.
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